HITOS DEL PUEBLO DE PAQUIMÉ


Hablar de Paquimé nos lleva a pensar en un pueblo antiguo de Chihuahua. Una comunidad que perteneció a una cultura mayor llamada Casas Grandes con importantes aportes como la cerámica y la arquitectura de tierra que le valieron para ser reconocida por la Unesco como patrimonio mundial. Pero Paquimé fue mucho más que eso, y de ello dieron cuenta los más de treinta ponentes que participaron en la 1ra Mesa Redonda de Paquimé que se llevó a cabo el 26 y 27 de octubre pasados.

Sin embargo, varias de las ponencias presentadas insistieron sobre el importante valor que tienen tanto el modelo constructivo los diseños y os materiales empleados para la edificación de tan importante centro urbano que logró su máximo esplendor entre los años de 1200 y 1400. Esta arquitectura se basó en muros de tierra apisonada cuyo desplante cuando se trataba de edificaciones de cuatro niveles, contaron con un grosor de un metro de ancho. Usando tablas de pino labradas con hachas de piedra se encofraba la mezcla de tierra arena y grava humedecida y apisonada progresivamente. Los entrepisos se construían con vigas de pino que soportaban un entablado donde se colocaba tierra apisonada. Al interior de las habitaciones se disponía de un fogón para cocinar alimentos y calentarse durante el invierno; también había camastros, cerámicos y herramientas de piedra.

El sistema constructivo se repetía en todos los niveles. La ciudad se organizaba por barrios o unidades que se diferenciaban por consanguinidad, estrato social, y funciones políticas religiosas. Cada unidad estaba dotada de agua potable y disponía de sistema de drenaje. Los muros de las edificaciones se enjarraban con tierra, y algunos de ellos fueron pintados con motivos propios de su cosmovisión.

Entre los hallazgos más interesantes que se dieron durante las excavaciones de 1958-1961 fue encontrar numerosos restos relacionados con la crianza de guacamayas, especialmente de la escarlata que provenían del Golfo de México y cuyas plumas fueron utilizadas como símbolo de poder y distinción por la jerarquía de Paquimé. La crianza de esta ave se desarrollaba en jaulas de tierra con especiales cuidados dado que su sobrevivencia resultaba todo un reto al ser un animal proveniente de clima tropical.

Otro tema ineludible fue el de la cerámica. Sin duda se coincide en que su manufactura y diseños lograron un desarrollo que aún sigue sorprendiendo a propios y extraños. La belleza de estas piezas que por fortuna conforman un gran acervo arqueológico para los chihuahuenses, mexicanos y el mundo en general. Nos remite a diseños de manos especializadas que dieron cuenta más de 700 años de una cosmovisión donde la serpiente, la guacamaya, el sol y la fertilidad jugaron un papel determinante. Composiciones asimétricas se repiten en numerosas piezas en forma de cuencos, hoyas y figuras zoomorfas y antropomorfas.

Desde hace cuatro años algunas de las piezas más relevantes del acervo de Paquimé han sido intervenidas con el propósito de garantizar su conservación, y con ello favorecer su exposición para el conocimiento y disfrute del público en general. Esta tarea especializada la llevan a cabo en la Coordinación Nacional del INAH, y constituye una de las acciones más relevantes para seguir profundizando en el conocimiento de tan preciado patrimonio cultural.

 

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