Conservación

CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN

La conservación del patrimonio cultural histórico mueble es una de las responsabilidades institucionales que por ley el INAH realiza. Para ello se cuenta con toda una estructura institucional con personal capacitado para realizar esa tarea. No obstante, la realidad muchas veces nos demuestra que la labor es insuficiente si no se cuenta con el apoyo de la comunidad, porque la mejor conservación es la que comienza con un buen uso o almacenaje del patrimonio histórico mueble. 

La conservación y la restauración de bienes muebles e inmuebles es un campo de conocimiento donde se contempla el uso de la ciencia, la tradición, la historia, y toda disciplina que permita la permanencia del patrimonio cultural sin modificar, re-hacer, re-pintar, o realizar sobre el patrimonio cultural cualquier acción que no respete sus aspectos estéticos e históricos. 

La restauración del patrimonio histórico mueble en la actualidad es una ciencia social que establece las normas y criterios para intervenir en el objeto sin que este pierda su calidad estética o material. 

Los bienes históricos muebles pueden ser intervenidos (restaurados) para garantizar esa permanencia cuando está en riesgo su estabilidad material. La conservación contempla diferentes niveles de intervención sobre el objeto, desde la limpieza de rutina, o de mantenimiento, hasta el uso de la química y la física para restituir algunos valores formales que permitan la correcta lectura del bien mueble.

Por las características de ese patrimonio muchas veces se piensa que no sirve, que esta “viejo”, o que no tiene algún remedio, razón por la que se retira de su sitio original o se intercambia por una nueva imagen, o se “repara” para que presente un mejor aspecto, dañando el bien de forma irreversible. 

Hacer un buen uso de nuestro patrimonio es la primera acción para conservar. Con ello nos referimos a no modificar el bien con el uso de material de limpieza comercial o hechizo, pintura (repintar) o cualquier otro medio para aplicar sobre el bien histórico mueble. La humedad es un deterioro común cuando el inmueble presenta algún daño, o usamos agua a presión para limpiar el piso o muros. En caso de que el inmueble tenga alguna deficiencia que esté provocando humedad debe dar aviso al INAH. Para que la institución realice un visita de inspección y comenzar a trabajar en la compostura. 

Es importante puntualizar que la intervención sobre el patrimonio histórico mueble solo puede ser hecha por personal capacitado: restauradores con autorización del INAH. La institución es normativa, una de sus funciones al respecto es la de supervisar cualquier trabajo donde se involucre el patrimonio histórico mueble. 


 

 


CASOS DE ÉXITO. 

QUIOSCO DE LA PLAZA DE ARMAS, CHIHUAHUA, CHIH.

El quiosco de la plaza de armas de la ciudad de Chihuahua en el estado de Chihuahua pertenece a uno de los ejemplos más elaborados en cuanto a inmobiliario urbano del siglo XIX se refiere; sin embargo las intervenciones anteriores de baja calidad y la falta de mantenimiento, a lo largo de los años, dio como resultado el menoscabo de sus valores plásticos-estéticos, planteando de este modo la necesidad de su restauración.

En este proyecto se lograron unir los esfuerzos de distintos organismos con el fin último de conservar uno de los ejemplos, de inmuebles por destino, más representativos de la época porfiriana en la ciudad de Chihuahua.

Los resultados arrojados al final del proyecto permitirán el valorar la incorporación −a esta clase de trabajos− de especialistas que velen no sólo por dejar una apariencia estéticamente “correcta”, sino que ataque los problemas de fondo con el propósito de alargar el tiempo de vida de los bienes.

Gracias a la presencia de un restaurador-conservador en campo se pudieron encontrar algunos detalles desapercibidos en otras intervenciones, tales como: las firmas de Van d´Osne en la parte baja de la herrería y Anzin en una de las vigas de carga de la cubierta, lo que permitirá abrir en el futuro líneas de investigación que contribuyan a ampliar el entendimiento de esta clase de obras.

Por otra parte se realizaron registros gráficos que puedan ayudar en subsecuentes restauraciones a localizar las reposiciones y faltantes en la estructura, lo que permitió llenar un vació que se tenía hace tiempo sobre el estado de conservación del “original”.

También es importante reflexionar sobre el cambio de color del quiosco, que si bien para algunas personas el mismo no resultó de su total agrado, cabe aclarar que esta capa es únicamente un “acabado”, es decir, los procesos realizados previamente están pensados y justificados no sólo para que luzca bien el quiosco, sino pretenden corregir años de abandono e intervenciones anteriores de baja calidad. Estas últimas se pueden categorizar como respuesta a un gusto personal que socaban el valor histórico de los recubrimientos pensados y aplicados en el siglo XIX, y que en innumerables ocasiones se eliminan borrando toda huella de técnica de factura.

La restauración del quiosco histórico de la Plaza de Armas en la ciudad de Chihuahua fue una iniciativa del Ayuntamiento de Chihuahua, a través del Arquitecto Gastón Fourzan, con la supervisión y asesoría del INAH-Chihuahua, así como de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural.

El proyecto técnico y su ejecución estuvo coordinada por del Restaurador Ezequiel Romero Chávez, y la supervisión estuvo a cargo del Restaurador Pablo Vidal Tapia. 




RETABLO DE YEPACHI

La restauración del retablo de Yepachi fue promovida por Protego A.C., asociación civil chihuahuense encabezada por la C. Libertad Villarreal, Dra. Clara Bargellini y el presbítero Paulo Medina, que gestionó recursos del Programa Fondo de Apoyo a Comunidades para Restauración deMonumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (FOREMOBA) de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del CONACULTA, del Gobierno del Estado de Chihuahua por medio del Instituto Chihuahuense de la Cultura y del municipio de Temósachi, para su financiamiento.

El proyecto de restauración lo realizó el Instituto Nacional de Antropología e Historia. El coordinador del proyecto fue Pablo Vidal Tapia, restaurador adscrito al Centro INAH Chihuahua. Participaron en él los restauradores Dalila Terrazas Santillán, Valeria Villalvazo Valtierra, Emilio Quiróz Vigil, Carolina Olvera Yerena, José Alberto González, el artista plástico César de la Riva Molina y el C. Manuel Casimiro, miembro este último de la comunidad de Yepachi y cuya participación fue determinante en la, a ratos difícil comunicación con la comunidad pima, especialmente al momento de gestionar su autorización para que las pinturas del retablo pudieran ser trasladadas al Cetro INAH Chihuahua para su tratamiento.

Mención especial merece el apoyo y confianza que recibimos desde el inicio del proyecto por parte de las autoridades indígenas Pimas: Don Nicolás Casimiro Moreno, Gobernador de la comunidad Pima de Yepachi, Don Alberto Vargas Castellano, Presidente del Consejo Supremo Pima, y D. Luis Casimiro, Gobernador de la Ranchería de Piedras Azules.

Los trabajos de conservación del retablo comenzaron en mayo de 2006 debido a las condiciones climatológicas del sitio, ya que el municipio de Temosachi es considerado uno de los más fríos del país; las bajas temperaturas imposibilitaron el trabajo durante el primer trimestre del año. Otro factor fue la contratación de restauradores dispuestos a residir en la sierra Tarahumara.

Los trabajos iniciaron, cabe decirlo, con el beneplácito de los gobernadores indígenas Pimas, y con recelo, por parte de un sector de la población. La restauración de la estructura del retablo en el sitio representó la primera etapa del proyecto, programada para realizarse en cuatro meses. Sin embargo, el avanzado deterioro de la policromía (se estimó en 40% los faltantes de policromía) demandó especial cuidado en cuanto a fijado, resane y reintegración, de manera que los trabajos demoraron cinco meses y dos semanas.

Finalmente, el 12 de noviembre de 2006 se realizó la entrega de la estructura restaurada al pueblo de Yepachi, lo que vino a significar el reconocimiento, por parte de la comunidad, hacia nuestra labor. Para esa fecha, las condiciones de trabajo ya eran adversas debido a las bajas temperaturas que se registraban en la región y al oscurecimiento al interior de la iglesia a temprana hora del día, y es que Yepachi es una comunidad con múltiples carencias, entre las que destaca la falta de luz eléctrica. Bajo estas condiciones resultaba inconveniente iniciar la intervención de las pinturas del retablo ya que, por ejemplo, la preparación y aplicación de los adhesivos en caliente era complicada y aun cuando contábamos con una planta de luz portátil, la iluminación que generaba resultaba insuficiente y no permitía conectar de manera simultánea los distintos aparatos eléctricos requeridos, tales como las lámparas de los frentes de trabajo y las parrillas eléctricas. En consecuencia, se tomó la decisión de plantear a la comunidad la necesidad de trasladar las pinturas a la ciudad de Chihuahua para asegurar la calidad de los tratamientos. Así se les hizo saber; sin embargo, pese a los argumentos razonados y al reconocimiento de su parte hacia nuestro trabajo, la negativa fue rotunda. En este punto, cabe reconocer la labor desempeñada por el sr. Manuel Casimiro (indígena Pima quién, según se ha señalado, integramos al equipo de restauración) y por los antropólogos del Centro INAH Chihuahua, Lourdes Pérez y Rafael Ortega, así como del geógrafo Federico Mansera Valencia del Instituto Chihuahuense de la Cultura, para entablar vías de comunicación con la comunidad que desembocaron en la anuencia, por parte de ésta, para que las pinturas pudieran ser trasladadas al taller de restauración de la ciudad de Chihuahua. Agradecemos sus aportes al proyecto, refrendando de esta manera el carácter interdisciplinario del mismo.

El 14 de noviembre del 2006 inició la segunda etapa del proyecto, esto es, la restauración de las siete pinturas del retablo en el taller del Centro INAH Chihuahua. Para esas fechas, una vez que los cuadros desmontados pudieron ser examinados y dictaminado su deterioro, se confirmó que el recurso restante del proyecto sólo alcanzaría para restaurar dos de las pinturas.

Con la finalidad de no suspender el proyecto, se decidió continuar los trabajos mientras la asociación civil Protego gestionaba los recursos necesarios, a través del programa FOREMOBA 2007. De esta manera se pudo concluir la restauración integral del colateral.

Paralelamente a las labores de restauración, se realizaron actividades con la finalidad de fortalecer vínculos entre la comunidad; destaca la impartición de dos cursos-talleres de valoración y conservación del patrimonio cultural pima, realizados en los meses de agosto y noviembre de 2007 en Yepachi. 

Finalmente, el 30 de septiembre del 2007 se realizó la entrega del retablo restaurado a la comunidad de Yepachi, estando presentes sus gobernadores indígenas y representantes del gobierno federal, estatal, municipal y de la asociación civil Protego. Para tal ocasión, el Padre David Beaumont Pfeifer, infatigable misionero franciscano que ha dedicado su vida especialmente al servicio de la etnia Pima y al estudio de su cultura, celebró una ceremonia religiosa en Pima y en español, donde procedió a bendecir el retablo, como seguramente debió haber ocurrido en el siglo XVIII con motivo de la dedicación del retablo de Yepachi, entonces recién construido.